Me gustaría saber -y creo que a ellos también- que estaban haciendo las personas, esos cada vez más happy y menos few que ahora acompañan a Oriol en sus aventuras enogastronómicas -cuyo epicentro es SDS Internacional-, el día cuando desembarcó por primera vez con la intención de mudarse a Panamá.
No creo que estuvieran en el aeropuerto recibiéndolo, más bien estarían ocupados de sus asuntos y expuestos a una oferta de vinos que si bien distaba de ser despreciable, tal vez le faltaba lo que Oriol le aporta hasta los límites: riesgo y conexión del lado más humano del vino.
Por eso es que su cumpleaños tiene que ser, sin duda alguna, una ocasión de celebración para la comunidad de amantes del vino en Panamá. Porque Oriol lleva consigo una pasión que como la antorcha olímpica es inextinguible y más bien parece irse fortaleciendo con el paso de los días. No es la pasión de quien te quiere vender una botella, una caja o un container de vino, es la implacable decisión de transportar con un saber que no llega en forma de lección sino de conversación amigable a los suelos y la gente que, generosamente, elaboran algunos de los mejores vinos del mundo.
Atención: que no de los mejores porque lo digan Robert Parker o Wine Spectator, sino porque, al conocerlos, nos acercamos a ellos y los disfrutamos mejor, descubrimos muchos de los placeres entre líneas que guardan para nosotros.
Y el "culpable" de tener la oportunidad de este acercamiento con el vino en Panamá es Oriol Serra porque ir a su tienda en el Parque Industrial del Este ilustra algo que explicaba su paisano Javier Marías: al asistir, comprendemos.
Entonces, Oriol, ¡salud y feliz cumpleaños!
sábado, 3 de julio de 2010
Oriol Serra: un cumpleaños para brindar con el mejor vino
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