domingo, 31 de octubre de 2010

2do Tuityvinos de Ciudad de Panamá: viaje a las entrañas de las tierras del vino

En el bar del restaurante Orígenes, nuevamente los usuarios de Twitter y Facebook amantes del vino de Ciudad de Panamá nos encontramos para compartir con los amigos para compartir vinos de Chile, España, Italia, Argentina y Venezuela, en el 2do Tuityvinos de la Ciudad de Panamá.

Fue una ocasión para que nuevos amigos que comparten su entusiasmo por el vino a través de las redes sociales tuvieran la oportunidad de conocerse y compartir sus experiencias en torno al mundo del vino, en una atmósfera óptima pues Orígenes, con su vasta cava de vinos y el cuidado en el servicio de parte de su personal de salón, es realmente un lugar para disfrutar el vino.

Por eso, mientras se acercaba la hora de la despedida, el hasta luego estaba implícito pues, desde ya, los preparativos para el 3er Tuityvinos han comenzado.

Crónica de un éxito anunciado

Cuando decidimos la fecha de este 2do Tuityvinos —encuentro de— de Ciudad de Panamá sabíamos que teníamos que estar a la altura pues nos perderíamos uno de los acontecimientos enogastronómicos de Caracas: el Salón Internacional de Gastronomía, SIG, que, en su edición 2010, lleva por título y consigna “En busca del Dorado”.

Así, no habernos podido ocupar de la sede hasta el último y venturoso momento cuando Orígenes restaurante y Alejandro Pérez Rodríguez nos abrieron sus puertas, hacer una convocatoria contrarreloj y lidiar con la vecindad de las festividades patrias de Panamá que se celebran la próxima semana y tienen a todo mundo buscando refugio fuera de las presiones citadinas, nos impusieron un reto. Además, veníamos de un 1er Tuityvinos a finales de julio que deseábamos superar por lo que la ansiedad fue nuestra acompañante de todo este sábado.De vinos en Panamá...

Por eso, en un día cuando el clima estuvo desaforado, que pasó de nubarrones atemorizantes a notas de colores pastel en el cielo de la tarde, fue el momento de sacar las hieleras, de aprestar el sacorchos y encontrarnos con amigos para disfrutar de algunos clásicos tradicionales, algunas sorpresas y un par de pesos pesados.

Y al ver llegar en un salón todavía desierto al capitán Carlos Mata con su portabotella de Wine Library cubriendo lo que luego conoceríamos como una de las sorpresas y su decantador, nos convencimos de que la velada sería un éxito, lo que no sabíamos era que nos embarcábamos en un viaje al centro mismo de las entrañas de las tierras del vino.

De Carora a Toro

Como es costumbre, comenzamos con una botella salida de Viña Altagracia, el sueño que Empresas Polar embotella año a año desafiando la naturaleza. En este caso fue el Frizzante, su ligero y versátil vino elaborado con macabeo y moscatel que nos permitió calibrar los sentidos.

El reconocimiento de los sabores y aromas exóticos, la identificación de notas que recordaban al lychee o incluso al sake, nos fue llevan hasta el final de la botella, en un brindis que se prolongó mientras el resto de los amigos se iban incorporando.

Luego, ya sentados en lo que sería la mesa/panel de degustación, empezaron las sorpresas pues un vino que apenas comenzará a comercializarse en Panamá, el Mirador Selection cabernet sauvignon rosé de William Cole (Chile) llenó nuestras copas con un rosado que hizo que dudáramos en pedir todavía más iluminación para poder apreciarlo mejor: elegancia total, un velo de satén y una intensidad que hablaban de su delicada elaboración. Ya en boca abría con sus notas cítricas pero, sobre todo, tenía una persistencia muy particular.

Después vinieron un par de chardonnays. El primero, el fruto del empeño de la familia Canavaggio por tener un vino “panameño”: enología chilena, la experiencia de la bodega norteamericana Hanh y el sentir de estos pioneros del mundo del vino en el istmo producen este chardonnay fresco, Copa del Rey, que es motivo de orgullo para el pueblo panameño y fue también buen contrapunto para el Chateau St. Jean 2009 al que antecedió, que reveló esas notas lácteas que regala el afortunado matrimonio de madera y uva en California.

De allí pasamos a Europa, continente que nos sorprendió desde el rosado de Dinastía Vivanco y el Beronia Crianza 2006 —vino de la casa en Orígenes— vino que cambió el curso de la velada. Comenzaba una conversación sobre los estilos de los Rioja y eso nos llevó a la selección exhaustiva que tiene el restaurante en su carta de vinos de las principales denominaciones.

Repasamos el Priorato, Ribera del Duero y, sobre todo, nos detuvimos en Toro pensando en las diferentes expresiones que la garnacha, cariñena, syrah y, por supuesto, la tempranillo en todas sus encarnaciones nos ofrecen.

Y surgió un nombre mítico: Pintia, el emprendimiento de Vega Sicilia en Toro. Y cuando se acercaba ese punto de inflexión cuando la teoría debe dar paso al resto de los vinos a servir, Alejandro Pérez decidió que la convirtiéramos en práctica pues ofreció que abriéramos una botella de Pintia 2005 para disfrutarla.

Sabíamos que todo había cambiado, que algunos vinos del plan original quedarían pendientes pues era el momento de la grandeza. Llegó el decantador para el Pintia y Carlos Mata desnudó su botella: un Oreno 2005, uno de los grandes supertoscanos que decidimos probar mientras el Pintia se decidía a despertar.

La recompensa fue grande: la fusión de cabernet sauvignon, merlot y sangiovese de Oreno, que ya tenía casi cuatro horas en decantación, fue un viaje a la Toscana, a esos viñedos y bodegas donde la tradición compite con la innovación, donde las legislaciones son vistas como camisas de fuerza de la creatividad e impulsa a enólogos y bodegueros a buscar horizontes lejos del paraguas de los nombres intocables del mundo del vino.

Luego, con el Oreno todavía reposando en copa, Pintia fue encontrando su lugar en cada uno de nuestros puestos para mostrar que, desde que se vierte ese líquido que más que vino en tinta, el ánimo se preparar para una experiencia total: aromas que van de la fruta salvaje a la madera, las notas torrefactas, y en boca su corpulencia, su presencia, su calibre llenaba el paladar al punto que varios decidimos pedir agua para darnos una tregua antes del siguiente sorbo.

También, de vez en cuando alternábamos con el Oreno y los veíamos, reverentes, mientras reposaban en sus copas y los comentarios se interrumpían porque quien hablaba o quien escuchaba sentía el impulso de levantar la copa, cerrar los ojos, y entregarse a la faceta más íntima de la degustación.

Cierre a ciegas

Durante la jornada, y cortesía de Bodega Dominio del Plata (Argentina) y de sus importadores en Panamá, Felipe Motta, tuvimos la rifa de 4 de sus productos, 3 botellas de Crios de Susana Balbo malbec y el elegante Brioso. Los primeros fueron asignados a quienes respondieron preguntas en torno al mundo del vino pero para el Brioso, que entregamos con una barra de 100% chocolate de cacao orgánico venezolano, la prueba fue más exigente.

A ciegas servimos en cada copa de los asistentes un vino. Y sólo aspirábamos que acertaran la cepa. Rápidamente fue ubicado fuera del Viejo Mundo. Shiraz, pinotage o cabernet fueron algunas opciones muy bien razonadas por cada uno de sus defensores.

Dos rondas de oportunidades para dar con la cepa no fueron suficientes hasta que Jorge Ramos, con ese conocimiento tranquilo y confiado que nos fue llevando durante la velada, como inspirado dijo: petit verdot.

La botella apareció en la mesa y, efectivamente, era el Pomar reserva, el orgullo venezolano, que tiene como principal cepa petit verdot, con aportes de tempranillo y syrah. Fue el cierre con broche de oro de una jornada memorable de vinos que ya casi llegaba a la medianoche.

Nos vemos para el tercero

Ya en la mañana siguiente llega el momento de hacer balances. Lo primero es lo feliz de la elección de Orígenes: realmente es una envidiable oportunidad para quien vive en esta ciudad o pasa de visita para degustar de lúcida gastronomía —que fue apareciendo entre los pasabocas de la jornada— con un idóneo servicio de los vinos.

Pero, sobre todo, es la reconfirmación que tuvimos de que el ánimo por compartir el placer del vino acerca, hermana y, aunque no nos conozcamos personalmente, en estos encuentros podemos presentarnos en las botellas que llegamos, en la forma como participamos.

Es cuando llega el momento de decir: gracias, Panamá, nos vemos como siempre cada semana en De vinos en Panamá y en un par de meses para el próximo Tuityvinos.

¡Salud!

2 comentarios:

  1. La primera vez que probé una botella del Crios de Susana Balbo malbec fue en uno de los hoteles cinco estrellas en Praga. Increíble, y muy exclusivo ese vino. No pude dejar de comprarlo y tomarlo nunca mas. Se los recomiendo mas que cualquier otro!!!

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  2. hola amigo soy de chile veo que tu sabes mucho de vinos en panama .... tengo un par de preguntas para ti. estoy tratando de traer un par de vinos a panama..
    y te queria preguntar que cepas o vinos faltan en panama? que chile podria distribuir para tu pais?
    y si serias tan amable de responderme que vinos chilenos existen en panama? es para una investigacion y que preferencia tienen los panameños, les gustan mas el tinto o el blanco? y cuanto es el maximo y minimo que un panameño pagaria por un vino?
    espero me puedas contestar esas preguntas ya veo que eres un aficionado del vino y te gusta mucho esa materia

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